El insoportable peso en mis parpados de un nuevo día, que apenas
dejando las tinieblas por las que ha sido envuelto horas atrás se ve levemente
aligerado por los rayos azulados y rosados que saludan a mis pupilas, que aun cansadas,
se disponen a ser reflejo de complejos significados y significantes por las próximas
horas. El frío que se desliza junto al viento desde los altos montes cercanos a
la amurallada institución me recuerda que estoy aquí y estoy vivo, pues como
una caricia se hace presente en mi adormilado cuerpo y cada célula cutánea despierta
a su tacto. Los infelices compañeros danzan al ritmo de sus sombríos y
despiadados horarios impuestos por la academia sin ningún reflejo de vida, no
ahora, así como yo, pero sí cuando el frío haya terminado su baile por estos
muros y pilares de rosado y grisáceo concreto.
Óscar Fernando Martínez Jiménez
Súper bien!
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